En la ciudad de Kandy, situada en el corazón de Sri Lanka (La India), el templo Sri Dalada Maligawa atrae a miles de turistas al año con tal de desafiarles a descubrir uno de los símbolos más famosos del budismo : el famoso Diente de Buda, uno de los vestigios que Gautama Buda legó hace casi 2500 años.
Tras la muerte de Buda en el año 483 a.C., sus discípulos, los Arahanths, recogieron de entre sus cenizas cuatro dientes caninos que repartieron entre cuatro territorios diferentes: el basto paraíso del dios Sakra, los dominios del rey Gandhara, en Pakistán, el territorio de los Nagas y, finalmente, un cuarto destinado al rey de Kalinga, reino situado al este de la India. La leyenda aseguraba que aquel que poseyera uno de los caninos tendría el poder sobre su territorio, por lo que la contienda por el diente que poseía Kalinga no se hizo esperar. Fue este el motivo por el que, alrededor del siglo IV d.C., el rey Guhasiva de Kalinga se vio obligado a enviar el diente a otro lugar donde poder esconderlo, concretamente a Sri Lanka, isla en la que el budismo comenzaba a instaurarse.
De este modo, el rey entregó el diente a la Princesa Hemamali, quien camufló la reliquia entre sus cabellos a modo de motivo ornamental. Acompañada del Príncipe Danta, ambos abandonaron la India en la desembocadura del Ganges hasta alcanzar las costas del norte de Sri Lanka, donde el rey de Anuradhapura, por aquel entonces primera capital de la isla, ocultó el diente. Durante los siglos siguientes el diente circuló por diversas ciudades, entre ellas Polonnaruwa o Gampola, con tal de protegerlo de las constantes invasiones que pretendían hacerse con la reliquia. Fue durante la llegada de los portugueses en 1505 cuando los custodios del diente descubrieron que, posiblemente, este debía ser oculto en un lugar aún más secreto, de ahí que este fuese escondido en la ciudad de Kandy, situada entre altas montañas y plantaciones de té.
Con el paso de los años, y especialmente tras las buenas relaciones entre los locales y los conquistadores holandeses, ambos grupos colaboraron para impulsar la construcción de un templo de tres dependencias al que bautizarían como el Dalada Maligawa. Actualmente, en el Templo del Diente de Buda de Sri Lanka la reliquia es mostrada durante tres veces diarias, entre redobles de tambores y colmillos de elefantes custodiando una vitrina que juega al despiste con el visitante al no mostrar explícitamente la reliquia.
El diente está en el centro de la vida social en Kandy y es el principal protagonista de la mayor festividad de la localidad una celebración anual que se lleva a cabo entre los meses de julio y agosto desde la época medieval para honrar a Buda en una larga fiesta de diez días llenos de elefantes, bailarines, música y fuego: la Perahera o Procesión del Diente de Buda. La principal atracción de la fiesta es el desfile nocturno de elefantes, vestidos con ropajes ricamente bordados e iluminados con bombillas. La espectacular procesión está encabezada por el animal más grande (Elephas maximus maximus), adornado y con fundas doradas en los colmillos, que tiene el honor de llevar en su espalda un pesado palanquín dorado en el que se transporta la reliquia, que solo en esta ocasión sale del templo y se pasea por la ciudad (incluso en ocasiones se utiliza una copia de seguridad, vigilando la original en el interior del templo).
Fuente: www.lasociedadgeografica.com
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