Como ya os contamos en este blog, la costumbre de ponerse piedras preciosas y metales nobles sobre los dientes se remonta al tiempo de los mayas, quienes solían incrustar jade en las piezas dentales para hacer ver que eran millonarios. Sin embargo, esa tradición la han recogido en época contemporánea artistas como la mexicana Frida Kahlo que se colocó una dentadura metálica. En Estados Unidos, durante la época de la segregación racial, muchos afroamericanos que conseguían escapar de la esclavitud también las utilizaban para tapar los dientes podridos a modo de celebración, como símbolo libertad, siendo su máximo embajador el boxeador Jack John al que casi un siglo después homenajeó Mike Tyson, quien también luce una doradísima boca.
Aunque en el siglo XXI los dientes de oro han seguido siendo entre la comunidad negra un símbolo de prosperidad, fueron los raperos neoyorquinos de los años 80 los que recogieron esta carga simbólica para además añadirle el punto de ostentación. Los dientes eran su manera de llevar un joyero expuesto permanentemente sobre el instrumento más visible que poseían: la boca con la que rimaban. Los dientes de oro y las fundas doradas tiene un fuerte poder simbólico también en otras culturas también como la sudafricana, donde están de moda desde los años 60 pero no como símbolo de riqueza, solo estético, y también en la comunidad gitana son un complemento habitual.
Ya en el 2000 gracias al auge del Southern hip hop y la aceptación global de la hegemonía de este género dentro de la industria musical, las fundas de oro, también conocidas como grills, dieron el salto al pop. Si los negros del primer hip hop querían rendir homenaje a los esclavos que consiguieron escapar de las plantaciones, las estrellas del pop querían asimilarse a los negros del hip hop, siempre los más cool y peligrosos de la clase. La primera en atreverse a ponérselas fue Madonna y le siguieron Rihanna, Beyoncé, Katy Perry, Miley Cyrus y ahora la española Rosalía, que recientemente se presentó en la alfombra roja de Los 40 Music Awards con una sonrisa llena de brillos dorados.
Moda peligrosa
Sin embargo, algunos odontólogos ya han alertado sobre estas "peligrosas modas, nada recomendables", especialmente viniendo de celebrities que arrastran a miles de seguidores. Así, advierten que estas estructuras metálicas sobredimensionan el volumen de los dientes y generan microtraumatismos, además de causar la inflamación de la encía debido a la sobrecarga. Las coronas de oro pueden originar una enfermedad gingival grave si no se ajustan de forma adecuada y, en ocasiones, estos accesorios prefabricados no siempre son colocados por un dentista, lo que puede originar muchos otros problemas de salud bucal como caries, roturas de piezas y las alergias de contacto. Por todo ello, en caso de querer añadir decoración a nuestra dentadura, recomiendan opciones más seguras como un adorno de oro de 24 quilates que se adhiere a alguno de los dientes frontales realizado por un dentista que instruye al paciente sobre el adecuado mantenimiento y las posibles complicaciones o el tatuaje del diente, que se adhiere a la superficie por un período corto.
Fuentes: El País Moda y La Razón