En la actualidad, los dentistas no nos cansamos de recordar que la única finalidad de los dientes es masticar los alimentos, aunque mucha gente se empeña en utilizarlos para abrir botellas, cortar hilos o romper plásticos, cuando en ningún caso están preparados para estos fines. También otros hábitos como morder hielo o abrir alimentos como frutos secos o marisco pueden provocar deterioro o roturas en las piezas y/o acarrear sensibilidad dental en a largo plazo. Hoy contamos con miles de instrumentos capaces de realizar cualquier tipo de trabajo por lo que estos avances tecnológicos han preservado nuestra boca de usos diferentes a la masticación en el 99 % de los casos.
Sin embargo, hace 9 mil y 3 mil años, el hombre primitivo utilizaba los dientes anteriores como herramienta o tercera mano para realizar diversas tareas (como sujetar o cortar pieles) a falta de un sistema neural y corporal totalmente preparado para hacer algunos trabajos complejos, según un estudio realizado por el IPHES (Instituto Catalán de Paleoecologia Humana y Evolución Social) y publicado en el 'Journal of Anthropological Sciences'. Esta investigación se basa en unir evidencias paleoneurológicas con las marcas de desgaste dental observadas en cada especie y según la actividad que hubieran llevado a cabo. Dado que esta práctica fue mucho menos frecuente entre los Homo sapiens, una de las conclusiones del trabajo es que los neandertales tenían esa necesidad por “una limitación de sus capacidades para integrar cuerpo-cerebro y complejidad cultural”. Las marcas o cortes en la superficie labial de sus dientes aparecen con mucha más frecuencia que en nuestra especie, lo que podría tener que ver con el hecho de que “su sistema neural y corporal aún no estaba totalmente preparado para hacer algunas tareas complejas y por ello utilizaban los dientes como a una ayuda extra”.
La “Teoría de la mente extendida” explica cómo la cognición es el resultado de la interacción entre el cerebro y el medio ambiente, donde el cuerpo humano hace de intermediario. Así, los principales “puertos” de conexión entre el cerebro y el medio son los ojos, que serían el input que va directamente al cerebro (del mundo al cerebro), y las manos el output (del cerebro al mundo). Por el contrario, el cerebro de los humanos modernos tiene una morfología de las áreas parietales única que está relacionada con la integración visual y espacial, lo que incluye regir el sistema de coordinación ojo-mano, la integración con la memoria y con funciones ejecutivas frontales.
Fuentes: www.diaridigital.urv.cat y www.atapuerca.org
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